RESTAURADO
Desde los días de la eternidad, el Señor Jesucristo fue uno con el Padre; Él era "la imagen de Dios", la imagen de su grandeza y majestad "el resplandor de su gloria". Fue para manifestar esta gloria que Él vino a nuestro mundo que a través de Él podemos ser restaurados a su imagen mediante la renovación de nuestras mentes.